La última Conferencia Industrial de la Unión Industrial Argentina (UIA) dejó un mensaje dominante: la preocupación empresaria por el fuerte incremento de las importaciones y la ausencia de una política industrial clara. El discurso que mejor condensó esa inquietud fue el de Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint, quien pidió al gobierno de Javier Milei una respuesta más activa ante el avance de productos extranjeros, en especial los electrodomésticos.
Ante un auditorio colmado, Rocca eligió un dato para ilustrar el fenómeno. “El año pasado se importaban 5.000 lavarropas por mes y este año el número creció a 85.000, mientras que en heladeras se pasó de 10.000 a 80.000”, advirtió. Con ese ejemplo sobre la mesa, Rocca lanzó un mensaje directo al resto del empresariado: “Produce y da valor agregado o cierra y usa la cadena comercial para distribuir material importado”.
Según registros internos del holding, en 2024 ingresaron al país 106.583 unidades, mientras que solo entre enero y agosto de 2025 el volumen trepó a 689.916. El incremento interanual es del 547%. Esa tendencia se refleja también en la participación de mercado: la porción de electrodomésticos importados pasó del 8,8% al 49,5% en apenas un año, niveles que remiten a principios de los 2000, consignó el diario "Ámbito".
Con estos números sobre la mesa, Rocca planteó un interrogante que sintetizó la tensión de fondo: “¿El Estado deja que las fuerzas presionen libremente por el exceso de capacidad en China y la dificultad de competir en nuestro país, o podemos tener un diálogo?”
China, la pieza incómoda
El debate industrial gira, inevitablemente, en torno al gigante asiático. China produce más de 1.000 millones de toneladas métricas de acero por año y, según proyecciones regionales, en 2025 las importaciones cubrirán casi el 40% del acero utilizado en América Latina, mientras la producción local seguirá cayendo. En la industria de tubos de acero, las alarmas ya están encendidas: “Los privados también están empezando a demandarlos del exterior. Los números todavía no son significativos, pero el lobo está”, resumió un referente del sector.
La preocupación excede al acero. La masiva presencia de empresarios argentinos en la última feria de Cantón en mayo reforzó la percepción de un mercado local que se abastece cada vez más de productos terminados provenientes de Asia.
Una UIA más cruda
La Conferencia Industrial también funcionó como radiografía de un presente complejo para la producción. Con matices según el rubro, la mayoría de los empresarios coincidió en un punto: el principal problema hoy no es el costo, sino la demanda.
“La inflación ya no empuja a comprar antes de que suba. Y con menos plata en los bolsillos, la caída del consumo quedó totalmente expuesta”, describió un consultor que asesora a grandes grupos. A ello se suman un tipo de cambio que incentiva importaciones, una baja nominalidad que recién empieza a mostrar quiebres y un nivel impositivo que asfixia a empresas con márgenes cada vez más estrechos.
El análisis de costos presentado por Diego Coatz, economista jefe de la UIA, reforzó esa percepción: los impuestos representan el 46% de la estructura industrial, por encima de insumos y materias primas (25%) y del costo laboral (16%). A eso se suma la persistencia del trabajo no registrado y la ausencia de señales de recuperación del empleo formal.
En ese contexto, un comentario en los pasillos resumió el clima general: “Si el consumo cae, ¿cómo puedo seguir pagando impuestos? Hay empresas que ya venden desde la informalidad”.
El reclamo que no obtuvo respuesta
Varios empresarios señalaron que los funcionarios presentes -incluido el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem- evitaron exponer una visión industrial articulada. “Menem fue el único que dijo la palabra PyME”, ironizó un industrial.
Desde el universo PyME, la crítica fue más dura: “Abren las importaciones sin mirar la estructura de costos. Es más fácil traer una remera hecha en Bangladesh”, lanzó un dirigente.
Mientras tanto, muchas empresas exploran caminos propios: diversificación, ventas de nicho o reducción de líneas. “Mis productos ya entran todos de afuera. Me tengo que reinventar”, admitió un fabricante de herramientas a la salida del evento.
En el final de su exposición, Paolo Rocca dejó una consigna que resonó entre los asistentes: “Tenemos que volver a hacer política industrial, ver cómo Argentina se inserta en este nuevo mundo”.